









- 3 manzanas
Media docena de huevos- Una bandeja de pollo
Un pack de tetrabrik de leche- Papel higiénico
Cereales- Pimientos
Esta sería una lista de la compra de cualquier madrileño. En el 2019 tardaría 902 años en desaparecer de nuestro planeta, aunque se recicle. Hace 50 años nuestros abuelos harían la misma compra, pero los productos tardarían unos días en desaparecer de nuestro planeta. La única diferencia es el plástico que los envuelve. Eso si, ahora no gastamos papel para hacer la lista de la compra porque lo escribimos en el móvil. Algo hemos ganado.
La revista Time ha nombrado a Greta Thunberg persona del año por conseguir una movilización mundial en contra del cambio climático. Sin embargo, el ecologismo no es un invento del siglo XXI, sino que ya existía en los años 70. Aquí comienza la historia de las verdaderas Greta madrileñas.
El plástico no era una opción
“No había bolsas de plástico. O bien se utilizaba el carro de la compra o una bolsa de tela de los que había varios modelos, como la redecilla o el capacho”, dice Javier Cerrudos, un madrileño de 59 años. Se trataba de una bolsa normalmente de esparto, como las cestas, o de rafia, que son las bolsas de tela para el pan. “Era impensable salir a la compra sin esto”, dice Ángeles Redondo, una mujer de 84 años que ha vivido este cambio.
“Era impensable salir a la compra sin el capacho”
“Los comerciantes envolvían algunos productos en distintos tipos de papeles, pero casi siempre reciclados (periódicos en su mayoría), aunque algunas cosas se envolvían en papeles un poco más especiales como por ejemplo papel de estraza”, añade Javier. Además, recuerda cómo la panadera de su barrio por las tardes hacía cucuruchos de papel de periódico que pegaba en su extremo con engrudo, que preparaba con harina y agua para meter la docena de huevos que compraban cada dos o tres días. A esto Rosa Martín, de 56 años, añade que también existían hueveras de metal que llevaban al mercado y rellenaban.
Las panaderas hacían cucuruchos de papel de periódico
Las compras de antaño
“Íbamos a la compra en familia, me perdía por los puestos buscando lo que necesitaba. Por aquel entonces no existía el concepto de supermercado unificado”, explica María Concepción Zapata, de 85 años. “Mi madre, y todas las madres, iban a la compra prácticamente a diario, 2 ó 3 veces por semana”, añade Javier.
“Mi madre iba a la compra 2 ó 3 veces por semana”
El resto de los elementos de consumo diario, como el vino, la gaseosa, los sifones, los botellines de cerveza, refrescos o incluso la leche, se llevaban vacíos y se devolvían llenos. “Normalmente nos lo encargaban a nosotros cuando volvíamos del colegio a comer a casa e íbamos con nuestra bolsa de tela siempre con dos o tres amigos y los comprábamos en la bodega, la panadería, la lechería…que siempre estaban en la misma manzana donde vivíamos”, recuerda Javier.
“Llevaban los recipientes vacíos y se los devolvían llenos”
“Se llamaban cascos y si no los llevabas te cobraban una especie de fianza por el cristal”, aclara Ángeles. Además, Rosa recuerda cómo en Navidad su padre iba a la bodega con la botella para que se la llenaran de champán. ¿Qué hay más ecológico que la reutilización?
Los productos tenían 7 vidas, como los gatos
Javier evoca cómo en las droguerías se compraban colonias, perfumes, jabones de baño, muchos de los cuales también se vendían a granel en pequeños tarros o botellitas de cristal, que después se empezaron a vender en plástico. Además, muchas madres reciclaban el aceite usado para hacer jabón, añadiéndole sosa cáustica -que se compraba también a granel en la droguería-.
“Muchas madres reciclaban el aceite usado para hacer jabón”
“Yo me lavaba el pelo con pastillas de champú, me duraban tres meses y las envolvían en papel”, comenta Rosa. Además de reciclar de una forma natural, ahorraban en contenedores y plantas de reciclaje, que suponen al año 135 millones de euros solo en Madrid. Todo era así, sin pensarlo, se reciclaba de forma natural.
El comienzo del fin
Pryca, Continente y Jumbo llegan a España a finales de 1970 y con ellos los plásticos de usar y tirar. “Fueron las que cambiaron progresivamente la forma de comprar e introdujeron las bolsas y recipientes de plástico”, explica Javier.
A raíz de esto, poco a poco fueron desapareciendo los traperos, los chatarreros… “Ellos recogían y reutilizaban muchos materiales que previamente habían sido utilizados y reutilizados muchas veces por cada familia”, dice Javier.
“Poco a poco fueron desapareciendo del barrio las tiendas de toda la vida”
“Poco a poco fueron despareciendo del barrio las tiendas de toda la vida y los únicos que sobrevivieron fueron los Todo a 100”, recuerda Ángeles. Pero ellas siguen yendo a los mercados de los barrios de Madrid con su cesta de la compra, esta vez de ruedas, para sobrellevar el peso. Ellas son las verdaderas Greta.
(Con información de Alba Bolsa y María Gancedo)
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