“Reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote, y no se le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a otra parte, ‘haciéndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace”. Así reza una de las últimas voluntades de Miguel de Cervantes.
Pero… ¿dónde se encuentra la tumba del célebre escritor? Un convento barroco con un gran retablo en el que se narra la milagrosa casulla impuesta por la Virgen al santo Ildefonso de Toledo, grandes cuadros como el de San Juan de la Concepción, espejos para amplificar la luz de las velas, una pared con pinchos que “protegía” a las monjas de los galanes de la época, y trece monjas residentes del convento rodean a Cervantes.
El autor del Quijote se encuentra enterrado en el Convento de las Trinitarias Descalzas de San Idelfonso de Madrid. Este 7 de octubre, cuv3, el periódico digital de la Fcom de Villanueva CU, ha querido celebrar el aniversario de la famosa Batalla de Lepanto visitando su tumba.
El manco de Lepanto
7 octubre de 1571. La Liga Santa contra el Imperio Otomano. Un objetivo, frenar el expansionismo otomano por el Mediterráneo.
Allí se encontraba Miguel de Cervantes, que luchó con el ejército del reino de Las Españas. Resultó herido y perdió la movilidad de un brazo, recibió así el sobrenombre del “manco de Lepanto”. A pesar de ello, se sintió muy orgulloso de participar en la que calificó de “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”.
Trece monjas del convento de las Trinitarias Descalzas custodian los huesos de Cervantes
¿Por qué el Convento de las Trinitarias?
Volvía el escritor de Nápoles a España cuando fue apresado, junto a su hermano Rodrigo, por una flotilla turca en 1575. Lo llevaron cautivo a Argel y pidieron un rescate de 500 escudos. Cinco años más tarde los Padres Trinitarios fueron a Argel y pagaron el rescate. En señal de agradecimiento Cervantes pidió que a su muerte se le enterrara en la sede de esta congregación.
Este convento fue edificado en distintas fases. Si bien en un principio el escritor fue enterrado en la capilla pequeña, al construirse la iglesia mayor fue trasladado y se desconocía el lugar exacto de sus restos.
De la calma a la tempestad
En 2011 un grupo de arqueólogos se propuso encontrar al escritor, sin éxito.
De improviso, en enero de 2015 un grupo de investigadores aseguró haber encontrado una tumba con las iniciales “M.C”. Comenzó así una ola de investigaciones en el convento, que no fue acogida con agrado por parte de las monjas de clausura que residen en él.
“Ellos no se dan cuenta de que perturban e interrumpen el día a día de las hermanas”, afirma el ama de llaves del convento.
“No se dan cuenta de que perturban e interrumpen el día a día de las hermanas”
En marzo se anunció que no se habían encontrado los restos, pero que se había acotado la zona donde residen Miguel de Cervantes y su esposa Catalina de Salazar.
Con la fiebre cervantina, la ex-alcaldesa de Madrid, Ana Botella, inauguró el pasado 11 de junio de 2015 una placa conmemorativa en la que reza “Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra 1547-1616” seguido de unos versos de Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes: “El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todos esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir”.
Con Cervantes somos quince
Pero el ilustre escritor no yace solo en la zona acotada de sus restos. En el informe publicado en marzo se anunció la presencia de otros catorce cuerpos, lo que dificulta el reconocimiento de los huesos de Cervantes.
Además, no son los únicos huéspedes del convento, ya que en la fosa se estima que hay unos 300 cadáveres de niños raquíticos a los que se suma la presencia del cadáver de un gato.
En marzo se anunció la presencia de otros 14 cuerpos, lo que dificulta el reconocimiento de los huesos
Sin embargo, ninguna urna o fachada de cristal donde observar los posibles restos, ningún busto de Cervantes. Tan solo una habitación vacía con una fosa común y una placa en la que Sigismunda ha pasado a ser Segismunda, debido a un error ortográfico que nadie ha enmendado, nos indican que ahí yace nuestro más grande escritor, a la sombra… ¿fruto del deseo de las monjas, de unos políticos que miran hacia otro lado o de un Madrid que no valora lo que tiene?
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