El Parque de Bomberos número 1, en la calle Santa Engracia, es el más antiguo de la capital. Hace muchos años vio salir a sus coches de bomberos tirados por caballos y mulas. Allí trabaja Tomás García Dámaso, un miembro del Cuerpo de Bomberos de Madrid enamorado de su profesión. Tiene una jornada laboral de 24 horas en la que, junto a sus compañeros, hace maniobras y actuaciones ficticias de situaciones que le pueden pasar a lo largo del día. Eso sí, en cuanto suena el timbre de alarma, dejan todo lo que están haciendo y en 15-20 segundos se equipan para salir.
Tras los atentados de París, García Dámaso explica para cuv3 cómo es trabajar en una situación como esa y cuenta su experiencia personal como bombero en el 11-M: “Ese día fue… un desastre. Es un recuerdo malo, lo que pasa es que cuando estas colaborando, colaboras, y no sientes otra cosa que eso. Cuando acabas y te sientas, empieza a pasar por tu cabeza como una película, como un sueño muy rápido. Es una sensación muy normal tras una situación dramática”, desvela.
“El que es bombero se puede quemar”
P: ¿Cómo fue el 11-M? ¿Qué papel desempeñaron los bomberos?
R: Ese día fue dramático para España, pero hubo una anécdota muy bonita. Yo estuve allí de servicio, estábamos en un lío tremendo de Policía Científica, Policía Nacional, Policía Municipal, Samur, Cruz Roja, un montón de personalidades políticas… una mezcla de personal. Algunos sobraban, como siempre pasa en estas cosas, pero otros estaban haciendo trabajos muy necesarios. Cuando estábamos allí, en medio de gente chillando, gente amputada, confusión por todos los sitios, gritos, llantos, móviles sonando en los bolsillos de los fallecidos… la Policía Científica ordenó que se fuera todo el mundo porque era posible que hubiese otra bomba. Es curioso, de repente, todo el mundo comenzó a huir como si fuese un hormiguero, todos. Solo nos quedamos los bomberos. El jefe de Bomberos nos dijo que era una orden, pero no le hicimos ni caso. Eso es muy significativo, nos la estamos jugando pero es nuestro cometido. Si explota aquí, pues mala suerte, pero yo creo que el día que te tengas que morir te mueres, hagas lo que hagas.
“El miedo es libre pero también te quita tu libertad”
Es curioso lo que puede hacer el miedo. Días después tuve que coger el metro y justo salió todo el mundo corriendo del vagón porque había una mochila sin dueño. Yo me acerqué y solo había ropa y unas zapatillas, y ya la gente se tranquilizó. Nos dejamos influenciar mucho por el miedo, el miedo es libre pero también te quita tu libertad.
P: ¿Es cierto que muchas veces su trabajo no se ve?
R: Sí. Normalmente no nos gusta tener protagonismo. Yo creo que esto es lo que nos hace especiales. El bombero no quiere llamar la atención: el bombero está, hace su trabajo y se va a su parque, que es donde tiene que estar. Es triste cuando algún político dice que la media de salidas de bomberos era muy baja. Me gustaría decirle que dé gracias, porque si un bombero no sale es que todo va de maravilla. Es como querer justificar que un cirujano tiene que estar todo el día abriendo pacientes para demostrar que es cirujano. Ojalá que los cirujanos no tuviesen que operar nunca.
P: ¿Qué momentos han sido duros en su trabajo?
R: Hay muchísimos momentos malos, aunque intento no guardarlos en el baúl de los recuerdos porque entonces sería muy duro. Accidentes de tráfico, incendios en los que se mueren personas, atentados… Pero, a pesar de estos momentos, debes intentar olvidar y vivir con los momentos buenos.
Un sueño desde niño
P: ¿Cuál es el día que más le ha gustado de su carrera?
R: Un día que me gustó, que pudo ser dramático, fue un incendio en una central eléctrica. A los bomberos nos gustan las situaciones delicadas o extremas. Ese día, el humo era muy tóxico y muy negro. Entramos allí y parecía fantasmagórico. Hacía muchísimo calor y llevábamos un mangaje (manguera), pero era peligroso usarla por si todavía había electricidad. Comenzamos a echar agua y se evaporaba antes de combatir el fuego, nos abrasaba. Al salir, los compañeros nos comenzaron a mojar y en cuanto el agua nos tocaba se evaporaba, nuestra ropa seguía seca. Pudo ser un día fatal pero, como yo digo, el que es bombero se puede quemar.
P: ¿Cuándo quiso ser bombero?
R: Desde siempre. Mi hijo es bombero también y estoy encantado, es la profesión más bonita del mundo. Cada día te puedes jugar la vida por los demás. En situaciones dramáticas he llegado a rezar y pedirle a Dios que, si existe, me perdone mis pecados. Además, incluso te la juegas por los enseres de los demás, sus casas, sus cosas… Cuando se quema una casa, se queman recuerdos, se queman vivencias, entonces es muy importante salvar las vivencias de la gente. Un álbum de fotos, un vídeo… No hay que darle mucha importancia a las cosas, pero las cosas tienen su importancia. ¿Qué profesión puede ser más bonita? Que alguien me diga una profesión más bonita que la de bombero.
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